lunes, 6 de diciembre de 2010

SOBRE LA INTERVENCIÓN URBANA

Desviaciones escénicas y Asaltos teatrales
“Practico el teatro urbano desde hace 5 años. Para mí, significa colarse en la realidad, o en una realidad precisa, meterse en todos los lugares que la ciudad nos ofrece, para inyectar un acto teatral en lo cotidiano, y así transformarlo, dar una nueva mirada sobre nuestro entorno, nuestra ciudad, sus edificios, calles, plazas, transportes etc.…
Me pareció necesario ir en búsqueda de un teatro para la calle, no un teatro puesto en la calle sino un acto pensado exclusivamente para ser realizado en el entorno urbano, esta búsqueda debía ser acompañada de una reflexión profunda sobre la relación con el público.
 ¿Con qué teatro sueño? Con un teatro que se dirige tanto a la gente culta como a los públicos vírgenes de toda experiencia teatral, a los jóvenes, los ancianos, a las clases desfavorecidas. Un teatro que se inserte en nuestras vidas, que “agite” el pensamiento, que ponga en duda las certidumbres, un teatro que irrite, desestabilice, sorprenda.  Esto mismo que el teatro de sala, olvida la mayoría de las veces. El teatro de calle es una forma que se escribe en el presente, en una sociedad y un contexto particular, es un teatro que responde a lo cotidiano, a la actualidad, y que abre la posibilidad de un diálogo. En pocas palabras, un teatro que asuma su papel ciudadano y social. 
Cuidado, hablamos aquí de algo muy lejano a la animación de calle. El teatro de calle al que nos referimos es, en sí, un acto político, un acto subversivo. Y es, sobre todo, una propuesta estética.
Ya no cedemos la plaza pública a los payasos, y exigimos no confundir evento artístico con animación temática. Pongo en duda también esta idea de teatro para las masas, tan querida por los políticos de la cultura. Porque no se trata de una carrera por abarcar demagógicamente al mayor número de individuos, cueste lo que cueste. No, el verdadero reto está en otra parte: dentro de la multitud, el teatro callejero puede dirigirse a unos cuantos. Consideramos que lo importante está más en la calidad de relación con el espectador. Una sola persona, quizá, tocada en medio de la muchedumbre, es lo que llamamos teatro de proximidad. Un diálogo íntimo entre el actor y el paseante vuelto espectador.  
El teatro de calle no es un género menor, un género « popular » (en eso que la palabra “popular” puede contener de peyorativo, todo depende de la boca que lo pronuncia). A lo largo de estos años, se ha vuelto para mí la única forma de teatro que me ayuda a creer en el teatro…
Dicho sea de paso, nuestro teatro occidental nació, hace siglos, en la plaza pública. Pienso en el Carnaval en las grandes fiestas religiosas y paganas. Podemos reencontrar el fervor de esas grandes concentraciones humanas, y el teatro puede retomar su papel, si se desea. Es responsabilidad de nosotros, gente de teatro, combatir para recordar la utilidad de nuestro arte al servicio de una sociedad carente de cultura.”

Arnaud Charpentier

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